El colapso que se ha producido en el sistema bancario internacional, no es para sorprender a quienquiera posea un conocimiento elemental del funcionamiento del capitalismo. Por lo tanto fue de una total sorpresa para los banqueros, cuyo conocimiento del mundo se limita a las cifras que parpadean en sus escritorios y juzgan sobre su éxito por el número de los pagarés de otras personas con que ellos puedan forrarse los bolsillos. Cada uno de los pagarés e ilimitadas notas de crédito que han usado para enriquecerse, constituye un reclamo de futuras ganancias. Representaba un capital ficticio cuando engordaron con él, pero ahora debe ser pagado con dinero real, extraído de nuestros bolsillos, es así como los gobiernos luchan para apuntalar un sistema económico. No pueden imaginar otra alternativa, a pesar del hecho de que claramente el sistema no funciona. Los surrealistas no podemos sino celebrar la perspectiva de una agitación revolucionaria. Pero también tenemos que prepararnos para ella, sopesando cuidadosamente nuestros cursos de acción. ¿Qué ocurrirá en consecuencia, y cómo podríamos los surrealistas responder más efectivamente? Existen, por supuesto, antecedentes, en especial en la Gran Depresión de 1930. ¿Qué podemos aprender del pasado? ¿Cuáles son las similitudes y diferencias entre 1930 y la actualidad?
Cuando tuvo lugar el colapso de 1929 los imperios europeos se encontraban en decadencia y Estados Unidos se perfilaba como la economía más grande del mundo. La violenta naturaleza de la reacción que siguió durante la década de 1930 es bien conocida: la irrupción del fascismo a través de Europa, el crecimiento del nacionalismo, y, en última instancia, la devastación de la Segunda Guerra Mundial. La década también vio el surgimiento del movimiento Frente Popular en Francia y España, que prometía la “unidad” de la izquierda, pero solo produjo decepción y absoluta traición. En lugar de acelerar la caída del capitalismo, el Frente Popular simplemente trató de suavizar sus peores crisis, y desviar las energías revolucionarias de la izquierda en el marco de una “unidad” no sólo con las fuerzas no revolucionarias, sino inclusive con sectores de la misma clase gobernante.
La situación actual es a la vez similar y diferente que la de 1929. Esta crisis se está desarrollando en el contexto de la declinación del imperialismo norteamericano y el surgimiento de China y la India como nuevas potencias imperialistas. El capitalismo ya era global en la década de 1930, pero hoy ha alcanzado niveles sin precedentes de integración internacional. Las deudas tóxicas se han empaquetado, vendido y disimulado en cada rincón del mercado financiero internacional. Por lo tanto, el actual colapso económico arrastrará el mundo hacia la misma dirección reaccionaria de la década de 1930, pero al hacerlo se plantea incluso una mayor amenaza para la humanidad. Las guerras de Afganistán e Iraq –escenas de la desesperada lucha del imperialismo norteamericano por su supervivencia–sólo son el comienzo. Mientras tanto, frente a la amenaza para el capitalismo, en Gran Bretaña antiguos "rebeldes" laboristas y en los Estados Unidos los demócratas por igual, muy rápidamente han caído bajo la línea en nombre de la unidad. Y al igual que en la década de 1930, podemos esperar ver aumentar los esfuerzos por "unir" diferentes clases y tendencias políticas en un Frente Popular, para evitar cualquier aceleración revolucionaria del colapso del capitalismo. Los fracasos del Frente Popular en la década de 1930 deben servir como una dura advertencia para los que, en la izquierda, en la actualidad, están tratando de revivirlo. Es verdaderamente alarmante ver cómo muchos de los llamados movimientos radicales –el SWP en Gran Bretaña, el LCR en Francia, los Links Partei en Alemania, Rifondazione Communista en Italia– ya están tratando de reanimarlo en Europa. Muchos de ellos con el apoyo activo y la inspiración de Chávez y sus aliados en América Latina,que han avanzado mucho en su esfuerzo por desviar la voluntad popular revolucionaria con su apoyo al nacionalismo latinoamericano y al reformismo capitalista.
Entonces, ¿cómo podemos los surrealistas dar sentido a esta situación? Tenemos una inquebrantable confianza en la capacidad del surrealismo para fomentar un serio entusiasmo revolucionario en todas partes. Por esta razón, es ahora más importante que nunca para nosotros ser claros acerca de nuestras opciones políticas. En particular, nunca debemos olvidar las implicancias políticas del internacionalismo en el surrealismo y permanecer implacablemente opuestos a todas las formas de nacionalismo, incluidas las que hacen falsas promesas para mejorar la recesión, proteger los puestos de trabajo, o inclusive las que se oponen a la globalización. Nuestros enemigos están en casa, y debemos cuidarnos de ser cooptados por sus ofensivas ideológicas, consentir a la banca la libertad bajo fianza, el apoyo a Obama, o la invocación de la quimera del "Islamo-fascismo".
Hay algo que podemos saber con certeza: habrá más sacudidas y crisis del capitalismo en el futuro. Podemos anticipar esas crisis, y los focos revolucionarios y las oportunidades a que dará lugar. Si somos serios respecto de nuestro surrealismo, respecto de la revolución –y lo somos– vamos a capturar el potencial de cada momento, buscar y construir en cada oportunidad el cambio del mundo, con todos los medios a nuestro alcance. Nuestras políticas deben quemar no menos apasionada o urgentemente que nuestra poesía.
Spanish translation by Juan Carlos Otaño
No comments:
Post a Comment